sábado, 13 de marzo de 2010

Glory days (II)
















(Segunda entrega de las historias de la abuela cebolleta)




En la misma exposición anterior realicé otra obra, si se puede llamar tal cosa. Fue algo más parecido a un experimento mezclado con algo de ganas de entretenernos durante la inauguración. Surgió en el momento.

Échandole cara, lopodría definir como una performance de la que surgen unas fotografías-postales-recuerdos-testigos de la visita.
Algunas de esas fotos son las que cuelgo aquí.
Lo que hice fue recorrer la exposición observando cada obra sentada en una silla de terraza de bar y una amiga me hacía una foto mientras las contemplaba.
Ver superficialmente, sin profundizar en el análisis. Verlo, pararte delante (un poco) porque estás en una exposición pero sin llegar a saber qué es lo que haces más allá de desplazarte por la sala. Así se "consume" muchas veces el arte.
Tengo mis dudas sobre si pudiera parecer que faltaba el respeto de los trabajos de los demás (decir que también lo hice con mi propia obra). Que no lo tomaba en serio. No era esa mi intención.
De lo que diría que hablaba era del uso que se hace en ocasiones de las exposiciones de arte como pasatiempo. La cultura/ industria cultural que ofrece a los consumidores paquetes atractivos, accesibles y rápidos.
Pasar por delante de algo y simplemente hacer eso, pasar por delante de algo, paradiña incluida.
¿Se le puede pedir al público que vaya preparado a una exposición?¿O si se venden como películas de superproductoras lo que se espera es eso precisamente y no realizar un esfuerzo intelectual?¿El problema es que se venda?
La silla de la terraza me hacía pensar en los turistas, en el ocio, en las terrazas, en el ver pasar a la gente delante tuyo. Durante la acción llegaron a combinarse el "mirar la obra" con ese "ver pasar la gente".
No estaba mucho tiempo parada delante de un trabajo.
Era como un turista en la exposición que se lleva la foto de recuerdo. En ella aparecen él/ella y la obra, como muestra de su interés cultural.
La silla y yo nos llegamos a convertir en uno.
En el museo de Delfos dejan hacer fotos a las piezas que tienen. Sin embargo, no dejan que poses con alguna pieza en la foto porque es irrespetuoso.
Así que si tienes interés en hacerte una foto con el Auriga, espera a que no miren los vigilantes.
Un día, en una exposición en el Prado, había una pareja de señoras mayores que había desarrollado su propia metodología para verla. Había unos retratos. Discurrían así:
La primera se acercaba al cuadro y le echaba una mirada rápida. Leía la cartela. Lo volvía a mirar un momento. Llamaba a su amiga, que estaba de camino entre el cuadro anterior y este otro; y señalándolo decía: "Mira Fulanita, es Mengano". La amiga asentía con la cabeza y la primera, acto seguido, pasaba al siguiente para comenzar de nuevo con el proceso.
Debieron marcar un tiempo récord con su visita. Son ellas lo que más recuerdo de la exposición.
Ser turista es duro. Además de lo mal que hablan de tí,incluso los de tu especie, conlleva muchas resposabilidades. Tienes un temario, objetivos que cumplir y resultados que traer de vuelta. Una fama que hay que mantener.
"¿Has ido a Madrid y no has visto Las Meninas?
¡Maldito seas!"
En ocasiones también yo soy una turista.
*y ya que estaba hablando de días gloriosos en los que ni sabiéndolo, hacía cosas; aquí va el enlace a la canción del Boss.


















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